El amor es uno mismo quien lo escoge, por eso es nuestra responsabilidad hacerlo desde un lugar sano, pleno y feliz.
No se puede escoger bien con el corazón roto, no se puede escoger bien queriendo olvidar a alguien, no se puede escoger bien cuando le tenemos miedo a la soledad y entonces, cualquier amor parece un buen amor.
Es necesario quedarnos solos, dejar que sanen las heridas, darnos un tiempo de las relaciones y ya después, con el pecho lleno de flores, mariposas y tranquilidad, volver a pensar en intentarlo.
Se nos va la vida culpando a los demás, y no queremos entender, que es uno quien se enamora del momento que está viviendo, quien se aferra a las personas, y se vuelve un ciego ante el ego que nos dice que hemos hecho todo bien siempre.
Madurar es aprender que el amor no es cosa de suerte, que una relación sana no se encuentra por casualidad.
Una relación sana se da porque dos personas que se dieron el tiempo de sanar la construyen, se esfuerzan día a día y hacen todo para conservarla.