- Capítulo 24-
Vivir en la pasividad excesiva, que ofrece de manera traicionera, esa peligrosa y conocida zona de confort, hace que muchas veces (más de la cuenta), la negatividad disfrazada de lo que no es, se vaya poco a poco apoderando de nuestra vida, sin que hagamos nada por evitarlo, resignados a nuestro infortunio (el que quiera, que lo llame mala suerte, si eso le sirve de consuelo), con la docilidad de un disciplinado perrito faldero, hasta que el desastre hace acto de presencia en nuestro espacio vital, con la fuerza destructora de un huracán, cuando ya es demasiado tarde para ponerse a salvo.
Continuará…
Fran Laviada