¿Por qué ahora nadie viene a decirme lo que valgo? Una acción que hice en el pasado no define mi valor actual. ¿De verdad crees que tienes que hacerte pequeña para caber en sus manos? Déjame decirte que la mujer poderosa solo asusta a un hombre débil .Esa noche, a mí y a otra chica nos pusieron la famosa droga "burundanga". La propia familia le preguntaba: "¿Y tú cuándo vas a tener hijos? ¿Para cuándo?" Yo recuerdo la angustia que ella sentía porque me decía: "Es que yo no soy eso, no quiero tener hijos". Pensaba, y si lo cuento, ¿me creerán? Claro, era el dueño de mi agencia. ¿Quién iba a creer a una niña de 18 años frente a un empresario reconocido en una de las mejores ciudades de Europa?

¿Cuántas veces has escuchado la frase: "Los 30 son mejores que los 20"? Si lo piensas bien, los 20 son geniales, pero los 30 lo son aún más, y no solo por la experiencia. Yo no cambiaría mis 30 por mis 20, porque hay cosas que las mujeres, en este caso, aprendemos demasiado tarde. Hoy quiero compartir contigo las cinco cosas que aprendí tarde y que, si pudiera verme a los 18 años, le diría a esa versión de mí misma.

La primera es la más importante de todas, y estoy segura de que muchas de vosotras estaréis de acuerdo: **no poner límites**. Desde pequeñas, a las mujeres se nos enseña que poner límites es negativo, que no seremos buenas si ponemos límites a los demás o si priorizamos nuestro tiempo. Se nos demoniza si preferimos nuestra carrera a formar una familia o si decidimos no tener hijos. A muchas se nos cuestiona, pero eso no está mal, es simplemente que cada una tiene sus propios deseos y objetivos. Yo quería ser mamá desde pequeña, me imaginaba con diez hijos, pero mi hermana nunca quiso ser madre, y está bien. Hoy, a los 30, me doy cuenta de que poner límites es clave. Pon límites a todo lo que no te haga bien, a relaciones, amistades, familia, porque nadie es dueño de tu destino más que tú.

Otra cosa muy importante que aprendí es **gestionar tu tiempo**. Aprender a hacerlo es un arma poderosa. A las mujeres se nos enseña a ponernos siempre en último lugar. "Come tú, yo comeré después", "Dúchate tú, yo lo haré después". Pero esto es un error. El mensaje que nos damos a nosotras mismas es: "Te dejo para lo último, no eres prioridad". En la vida, lo primero eres tú. Priorízate, como en un avión: primero te pones la mascarilla a ti misma antes de intentar ayudar a otros.

También aprendí a **definir mi valor**. Mi valor no depende de lo que otros piensan de mí. Los 30 me han enseñado que una acción del pasado no define quién soy ahora. En mi experiencia como modelo internacional, viví una situación horrible: me drogaron con "burundanga" en una discoteca y perdí el control de mi cuerpo. Nadie me creyó, era solo una niña de 18 años frente a un hombre poderoso. Sin embargo, me di cuenta de la fragilidad de mi posición solo por ser mujer. Afortunadamente, una amiga se dio cuenta de lo que me estaba pasando y me ayudó a salir de allí. Esto me enseñó a valorar mi seguridad, y también a reflexionar sobre cómo muchas veces las mujeres somos vistas como "sexos débiles", y eso no es verdad.

**Vulnerabilidad no es debilidad.** La mujer, por ser profunda, sensible y emocional, no es débil. Esa vulnerabilidad es lo que nos hace poderosas, lo que nos conecta con nuestra esencia y nuestra fuerza interior. No tienes que ocultar tu vulnerabilidad ni pensar que te hace menos capaz de ser exitosa. El poder está en abrazar tu feminidad y tus sentimientos.

Una lección que aprendí tarde es que **nadie va a venir a salvarte**, solo tú tienes el poder de hacerlo. Durante mucho tiempo, la sociedad nos enseña que el amor o los demás nos salvarán, pero no es cierto. El amor más importante es el que tienes por ti misma. No tienes que ser fuerte todo el tiempo, pero ser resiliente es lo que te hará seguir adelante. La fortaleza no está en ser imparable, sino en saber cuándo descansar, en aceptarte tal como eres.

Por último, **acepta tu proceso y tu vida tal como es ahora**. Deja de luchar contra lo que no puedes cambiar. Reflexiona sobre las cosas que puedes mejorar y las que no están en tus manos. Cuando aceptas tu vida tal como es, te das cuenta de las oportunidades que has dejado pasar por esperar que las cosas sean diferentes.

Te animo a hacer un ejercicio. Apunta todas las cosas que no te gustan de ti o de tu vida. Luego, analiza cuáles están en tu poder cambiar y cuáles no. Verás que las que más te preocupan suelen ser las que no puedes cambiar, y ahí es donde comienza la aceptación.

Y recuerda: si alguna vez te sientes insegura o que estás siendo juzgada, reflexiona sobre lo que has aprendido. La mujer poderosa no se hace pequeña para caber en manos ajenas. La mujer poderosa asusta solo a los hombres débiles. Si un hombre o una mujer es igual de poderoso que tú, te abrazará con fuerza y no te dejará escapar. 

¡No tengas miedo de ser quien eres!