En un pequeño pueblo rodeado por un espeso bosque, existía una casa abandonada conocida como "La Casa de los Susurros". Nadie se acercaba a ella después del atardecer, pues decían que quien entraba jamás volvía a ser el mismo.
Una fría noche de diciembre, Clara, una joven periodista ávida de historias, decidió desafiar las leyendas .
El suelo de madera crujía con cada paso. En las paredes, retratos antiguos de personas con miradas intensas parecían seguirla. Clara encendió su grabadora y comenzó a relatar: —Estoy en el interior de la casa. Todo parece en ruinas, pero hay una extraña energía aquí...
De repente, un susurro apenas audible cortó el silencio: —Vete...
Clara apagó la grabadora y miró alrededor, convencida de que alguien la seguía. —¿Hay alguien aquí? —preguntó con voz temblorosa.
El susurro se intensificó. Ahora parecía provenir de todas partes: —No es seguro... Vete...
Con la adrenalina corriendo por sus venas, Clara avanzó hacia lo que parecía ser una sala principal. En el centro había una mesa con un libro antiguo. La cubierta estaba desgastada, pero las palabras "Diario de Emilia" aún eran legibles. Al abrirlo, Clara encontró páginas llenas de dibujos de círculos y símbolos extraños, junto a anotaciones que hablaban de rituales y advertencias.
Mientras leía, la linterna comenzó a parpadear. Una sombra alta y delgada apareció en la esquina de la sala. Clara trató de correr, pero la puerta por la que había entrado ahora estaba cerrada, y los susurros se convirtieron en un murmullo ensordecedor.
—¡¿Quién eres?! —gritó Clara, sosteniendo el diario contra su pecho.
La sombra dio un paso adelante, revelando una figura con un rostro distorsionado. —No debiste abrir el libro —dijo la voz, profunda y resonante.
En un instante, Clara sintió como si el suelo desapareciera bajo sus pies. El mundo se volvió oscuro.
Días después, los habitantes del pueblo encontraron el diario de Emilia tirado en la entrada de la casa, pero no había rastro de Clara. Desde entonces, algunos aseguran escuchar susurros que llaman por su nombre cuando pasan cerca de la casa, como si ella misma hubiera quedado atrapada allí para siempre.
FIN