Una relación sana no es perfecta pero sí equilibrada. Es un espacio donde dos personas se eligen todos los días no por necesidad, sino por deseo genuino de compartir .
En una relación sana hay espacio para crecer juntos y también individualmente. El respeto es la base: respetar los límites, las emociones y el tiempo del otro. La comunicación es clara y abierta sin juegos ni manipulaciones. Los conflictos son inevitables pero se enfrentan con empatía y voluntad de resolverlos.
Amar sanamente es disfrutar de la compañía pero también apreciar la independencia. Es construir algo juntos con confianza y compromiso. No se trata de perfección sino de apoyo mutuo, entendiendo que una relación sólida se construye con pequeños actos de amor cada día.