La ansiedad es como un mar agitado dentro de nosotros. No importa lo tranquilo que parezca el exterior; por dentro, las olas golpean sin descanso .Es esa sensación constante de estar preparado para un peligro que nunca llega, de pelear batallas imaginarias mientras el cuerpo se cansa como si fueran reales.
A veces la ansiedad susurra; otras, grita. Aparece sin previo aviso: en una sala llena de gente o en la soledad de una habitación silenciosa. Nos atrapa en bucles de pensamientos incontrolables, creando escenarios que nunca suceden pero que sentimos como si fueran ciertos. Es agotador estar siempre en alerta intentando controlar lo incontrolable.
Sin embargo también es posible encontrar calma en medio de esa tormenta interna. No es fácil ni ocurre de la noche a la mañana pero cada paso cuenta. Aprender a respirar profundamente, a anclarnos en el presente y a distinguir entre lo que podemos manejar y lo que no está bajo nuestro control es una forma de empezar.
Hablar de lo que sentimos es clave. La ansiedad se alimenta del silencio y de la vergüenza, pero pierde fuerza cuando la sacamos a la luz. Buscar apoyo profesional, expresar nuestros miedos y encontrar redes de apoyo son actos de valentía, no de debilidad.
Si hoy sientes que la ansiedad te supera, recuerda que no defines lo que sientes sino lo que haces con ello. La ansiedad no es un final, es un reto que puedes aprender a manejar. Toma cada día como una oportunidad para entenderte mejor y construir poco a poco una vida donde la calma también tenga un lugar.