La felicidad es un tema que siempre me ha generado muchas preguntas. ¿Es algo que tenemos que perseguir constantemente o es algo que aparece de forma espontánea, como un rayo de luz entre las nubes? Para mí, la respuesta ha cambiado con el tiempo.
Hubo épocas en las que veía la felicidad como un objetivo, algo que estaba siempre un poco más allá, esperando ser alcanzado .
Con el tiempo entendí que ver la felicidad como una meta la hacía inalcanzable. Me di cuenta de que no se trata de llegar a un lugar, sino de disfrutar el camino. Es como el aire: no lo ves, pero está ahí, en las pequeñas cosas que pasan desapercibidas.
Ahora creo que la felicidad es más bien un estado pasajero, pero eso no la hace menos valiosa. Precisamente porque es efímera, aprendí a apreciarla más. Está en un café compartido con alguien especial, en un atardecer que me deja sin palabras o incluso en una risa inesperada después de un día difícil.
Lo curioso es que, al dejar de buscar la felicidad obsesivamente, empezó a aparecer más a menudo. Creo que tiene que ver con estar presente y abrirse a lo que venga, incluso si no es perfecto. Porque, al final, la vida nunca lo es.
Así que no sé si hay una definición exacta para la felicidad. Quizás no necesitamos una. Para mí, es una mezcla de momentos fugaces, gratitud y la decisión consciente de vivir plenamente, con todo lo que eso implica: alegrías, tristezas y todo lo demás. ¿Y para ti? ¿Qué es la felicidad?