Se cumplia un año del fallecimiento de mi abuelo, entonces fui a dejarle flores al cementerio. La tranquilidad del lugar sumado al frio que hacía esa mañana de Mayo, hacia que la situación fuese mas dramática.
Me acerqué a su tumba y le deje un ramo de flores que compré en la entrada.
Apenas dejé el ramo en el pasto, empezo a correr un viento increible, un segundo después pude oler el tipico olor a abuelo, ese que cualquier nieto puede distinguir, ese que apenas olias cuándo entrabas a la casa de tus abuelos, el que se olía mientras merendaban, jugaban a las cartas o mientras la abuela preparaba la cena.
El olor fue tan intenso que no pude contener las lagrimas .
Di media vuelta, asombrado y algo asustado.
Estaba mi hermana. La mire.
-Está con nosotros.
Me dijo mientras se secaba las lagrimas.