Hola, soy Vane, tengo 20 años y hace unos meses terminé una relación muy importante para mí. Aunque ya había tenido parejas antes, este amor se sintió diferente, real, como si fuera el primero .

Estudiábamos en la misma universidad, en la misma carrera y salón. En tercer semestre nos informaron que habría un viaje a Chiapas, y aunque ya tenía todo pagado, una semana antes tuve que operarme de emergencia por una apendicitis. Él intentó vender su boleto para quedarse conmigo, pero no lo logró y terminó yendo al viaje. Ese momento marcó un antes y un después para mí. Me sentí mal, insegura y llena de dudas.

Cuando él regresó, ya no era la misma persona de la que me había enamorado. Su actitud cambió por completo, y aunque intentamos continuar, nuestra relación empezó a desmoronarse. Hubo muchas cosas que sentí que eran mi culpa y otras que no, pero estuvimos así casi un año, hasta que finalmente me terminó. Luego volvimos, me volvió a dejar, regresamos otra vez… así pasamos por lo mismo al menos cinco veces.

La última vez, a principios de octubre, él decidió terminar conmigo porque, según dijo, necesitaba sanar ciertas cosas y no se sentía cómodo. Le rogué que no me dejara, y aunque se quedó, su indiferencia era tan dolorosa que decidí armarme de valor y despedirme.

Poco después, uno de sus amigos me preguntó si iría a una fiesta de Halloween. No tenía planes de ir, pero mi intuición me dijo que él estaría allí, así que decidí ir. Ese evento fue un punto de quiebre. Todo terminó de una manera horrible para mí, justo cuando sentía que empezaba a mejorar.

Recuerdo que una de las primeras veces que me dejó, descubrí que había vuelto a seguir a su ex en Instagram. Sentí que algo se desgarraba dentro de mí. Aunque me dolía, dos días después le rogué que regresáramos, y lo hicimos. Las veces siguientes, cuando me dejó, también le pedí que volviera. Aunque a veces lograba sentirme un poco mejor con el tiempo, siempre había una esperanza de que él me buscara de nuevo. Y cuando lo hacía, caía otra vez.

Hubo un punto en el que ya estaba sanando. Me distraía trabajando, estaba tranquila y en paz. Pero entonces, dos meses después, él me buscó otra vez. Para entonces, me había mudado de ciudad porque no tenía amigos ni nada que me mantuviera en mi ciudad, excepto mi familia y mi perrita. Aun así, su mensaje me hizo regresar, aunque en retrospectiva sé que fue mi decisión.

Después de eso, estuvimos juntos un tiempo más, pero otra vez se hartó y me dejó. Ahora, hasta me da risa cuando lo pienso.

Lo que aprendí de todo esto

El proceso de superar algo así nunca es lineal. Hoy me duele su ausencia más de lo que puedo expresar, lo extraño demasiado, pero sé que la persona de la que me enamoré ya no existe. Esa persona no me habría tratado mal. A pesar de todo, reconozco que una parte de mí todavía regresaría con él, aunque sé que ya no sería lo correcto.

Espero que algún día deje de amarlo y de extrañarlo. Sé que ese día llegará, aunque me cueste imaginarlo ahora. También tengo claro que, si él regresara en este momento, probablemente caería otra vez.

Tengo tantas dudas que nunca tendrán respuesta, pero he decidido aceptar eso. Lo que tenga que pasar, pasará. Y ya no quiero preocuparme por nada.

Sé que cada historia de amor y desamor es diferente, pero espero que mi experiencia pueda ayudar a alguien. Quiero decirte que, aunque ahora todo parezca oscuro, llegará un momento en el que te sentirás un poco mejor, y luego otro poco más, hasta que la herida comience a sanar. Te lo dice alguien que, en este momento, sigue sintiendo cómo su mundo se desmorona mientras extraña a la persona que amó profundamente. Alguien que piensa que quizá nunca volverá a enamorarse, pero que entiende que lo único que queda es esperar y confiar en que el tiempo hará su trabajo.