y fue en medio de la oscuridad donde pude percibir su mirada seductora, aquella que con cada parpadeo me despojaba de todo aquello que llevaba puesto, suavemente quito el rubor de mis mejillas, con delicadeza desarraigo de mi cuerpo la cobardía y con rapidez desabrocho dejando caer mi temor, por último y sin ningún atavío que nos cubra dejo que nuestros labios se junten terminando con el vibrar de esta figura deslucida. .