Cuando tu sencillez y tu ingenuidad entraron en mi vida para cautivarme, mi armadura de hierro comenzó a desaparecer.
Yo con mis agridulces experiencias amorosas, me creía la más madura, la más fuerte y segura, sin tener en cuenta que el corazón no miente. El destino caprichoso me ayudó a sostener tu mano, la mano que apareció cuando luego de tropezar, estuve a punto de caer.
Hoy te agradezco, hemos superado muchos momentos difíciles y tu hombro siempre ha estado listo para sostener mi cabeza pesada, llena al estallar, con pensamientos negativos.
Tus palabras de aliento son un motor que me impulsa a crecer día a día .
Escribiría de ti hasta que mis dedos se gasten y nuestros cabellos cambien a color gris pero prefiero demostrarte todo mi amor.
Astutamente le robaré tiempo al reloj para amarte para siempre.