Son las 12:18 am y es una noche de esas que te duele el alma, que te duele el cuerpo, que te duele la vida, y todo esto se reduce a una pregunta ¿realmente vale la pena vivir? Todos necesitamos saber qué es lo que debemos hacer, qué es lo que nos apasiona, porque te aseguro que hay más de dos que están como yo, que no saben para dónde jodidamente darle. Y sientes la presión de tu familia, de tus amigo, de la sociedad.. .pero más de ti mismo ,de sentirse así, atorado, porque tienes malditos 17 años y no sabes qué hacer con tu vida, por qué un día eres feliz y otro día eres la persona más triste del mundo, y esta maldita inestabilidad hace que dudes de absolutamente todo.
Pero cómo saber qué hacer con mi vida, desgraciadamente no todos nacimos con eso que dicen que desde pequeños sabemos qué vamos a hacer, pero no, en realidad no todos somos como esos pequeños suertudos.

Yo recuerdo que un día jugaba que era maestra, otro día dueña de un restaurante, panadera, Mamá, diseñadora de modas, arquera, un Power Ranger, por cierto, era el negro; así que creo que podemos hacer lo que queramos en esta vida, en eso sí estoy de acuerdo.
Pero qué pasa cuando crecemos? empieza a mandar algo en nosotros, el miedo, eso el maldito miedo que nos hace ser cobardes e inseguros, que nos hace inútiles ante él y olvidamos que un día fuimos el power ranger negro que enfrentó a todos los maestros. Y sabes qué pasa? Cuando crecemos los monstruos son los miedos que están en nuestra cabeza que nos lastiman todos lo días por el miedo de ser discriminados, por mostrar cómo realmente somos y cómo nos sentimos.
Porque somos una sociedad asesina de sueños, que nos destruimos unos a los otros con envidia, rechazo, y lo más importante, nos juzgamos como si nosotros fuéramos perfectos, cuando sabemos que la perfección está sobreevaluada.

Así que yo digo que no debemos sentirnos mal por ser quienes somos, hacer lo que realmente nos gusta, dejando atrás todos eso monstruos que nos matan todos lo días y ser realmente felices, que la vida que tenemos realmente valga la pena, que no haya de nuevo una noche que nos duela el alma, que mejor sea que nos duela el estómago de tanto reír, que nuestro cuerpo termine cansado por realmente vivir, deseando despertar para vivir otro día al máximo