En un pequeño pueblo rodeado de colinas, se erguía un roble milenario. Los lugareños decían que sus raíces se extendían hasta el inframundo y que el árbol era el guardián de secretos ancestrales. Cada noche, cuando la luna colgaba como una perla en el cielo nocturno, una sombra se proyectaba desde las ramas del roble hacia la antigua iglesia del pueblo .
Los más valientes aseguraban haber visto una figura fantasmal vagando por el cementerio, susurrando lamentos al viento. Un joven llamado Tomás, incrédulo ante estas historias, decidió investigar por su cuenta. Una noche, armado con una linterna y una valentía que superaba su miedo, se dirigió al roble. Al llegar, sintió un escalofrío recorrer su espalda y un viento helado rozó su rostro. Justo cuando estaba a punto de darse la vuelta, escuchó un susurro. Era una voz femenina, antigua y llena de dolor. La sombra del roble se hizo más nítida, tomando la forma de una mujer vestida con un largo vestido blanco. Con voz temblorosa, Tomás preguntó quién era. La mujer, con ojos llenos de tristeza, le contó su historia. Había sido una joven enamorada que había muerto de corazón roto bajo el roble. Su espíritu estaba condenado a vagar por la tierra hasta que alguien descubriera la verdad sobre su trágica historia. Tomás, conmovido por el sufrimiento de la mujer, prometió ayudar a liberar su alma. Investigó en los viejos archivos del pueblo y descubrió que la joven había sido acusada falsamente de brujería y había sido condenada a muerte. Con la ayuda de los habitantes del pueblo, Tomás organizó una ceremonia para honrar la memoria de la joven. Encendieron velas alrededor del roble y rezaron por su descanso eterno. Cuando los primeros rayos de sol tocaron el suelo, la sombra desapareció y una sensación de paz envolvió el lugar. Desde entonces, el roble milenario dejó de ser un símbolo de miedo y se convirtió en un lugar de respeto y recuerdo. Y Tomás, aunque nunca olvidaría esa noche, pudo vivir en paz sabiendo que había ayudado a un alma atormentada a encontrar la tranquilidad.