Lo que me asusta no es lo que los demás ven de mí, sino lo que yo veo cuando me miro desde adentro. Hay partes de mí que no entiendo, sombras que intento ignorar y pensamientos que me da miedo decir en voz alta.
Me asusta mi capacidad para dudar de todo, incluso de mí misma .
Es como si una parte de mi mente siempre estuviera buscando razones para hacerme sentir que no soy suficiente, que no importa cuánto me esfuerce, nunca será suficiente. ¿Por qué soy tan dura conmigo misma? Ni siquiera lo sé.
Me da miedo no saber quién soy en realidad. A veces me pregunto si soy la persona que todos esperan que sea o si solo estoy actuando para encajar, para que nadie note lo perdida que me siento. Es agotador cargar con una máscara, pero más aterrador quitármela y descubrir que ni yo misma sé qué hay detrás.
También me asusta lo fácil que es para mí guardarme las cosas. Sonrío, digo que todo está bien, cuando por dentro siento un torbellino que no sé cómo controlar. Me da miedo no encontrar las palabras para explicar lo que siento, o peor, que cuando las encuentre, nadie quiera escucharlas.
Y lo que más me asusta de mí es esta tendencia a pensar demasiado, a imaginar los peores escenarios, a sabotearme antes siquiera de intentarlo. Como si una parte de mí estuviera siempre lista para fallar, incluso cuando otra parte solo quiere volar.
Pero quizá lo que más miedo me da, al final del día, no son mis sombras, sino la posibilidad de que nunca aprenda a aceptarlas. Porque sé que no puedo eliminarlas, pero espero algún día dejar de tenerles tanto miedo y aprender a vivir con ellas.