La cabaña del bosque
La lluvia golpeaba con fuerza el techo de la misteriosa cabaña abandonada en el bosque. Un lugar conocido por la gente del pueblo cercano, como el refugio de la bestia .Alex, un excursionista atrevido y muy escéptico sobre asuntos relacionados con leyendas pueblerinas, se refugió allí tras perderse en la espesura. La madera crujía con cada paso que iba dando mientras pisaba aquel viejo y oscuro suelo. Era como si la casa estuviera viva y manifestase su queja por la intrusión. Algo parecido a que los huéspedes que no habían sido invitados, no eran bien recibidos.
Al encender su linterna, Alex descubrió marcas profundas en las paredes, como garras, algo más propio de una bestia salvaje que de un ser humano que pudiera habitar en el lugar. De repente, un ruido seco lo sobresaltó. Giró hacia la puerta, pero estaba cerrada. Sintió una corriente helada que le golpeó la nuca y se giró. Allí, en la penumbra, un par de ojos de mirada penetrante y atroz lo observaban desde un rincón.
"¿Quién está ahí?" preguntó, Alex temblando, ya que el pánico se había apoderado de él. No obtuvo ninguna respuesta, solo un susurro: "No debiste entrar".
La linterna cayó al suelo, parpadeó y se apagó. En la oscuridad, el crujido del suelo de las desgastadas tablas del piso se hizo más patente, mientras que algo de aspecto humano, pero sin serlo, se dirigía hacia él extendiendo sus poderosas extremidades terminadas en unas garras de uñas afiladas como cuchillos, que acercándose hacia el hombre, apretaban y cortaban su cuello como si este fuera de mantequilla. El gritó desesperado de Alex fue lo último que se escuchó en el interior de la cabaña. Tan solo unos segundos después el silencio, solo alterado por la lluvia, que iba lentamente amainando, volvió a envolver el lugar.
Fran Laviada