Cada día te quejas de que las cosas no salen como quieres. Dices que la vida es injusta, que Dios te ha olvidado, que no puedes cambiar, que no puedes lograr esto o aquello .
Pero, seamos sinceros: esas son solo excusas. Cuando alguien realmente quiere cambiar, lo hace.
Es común escuchar a las personas repetir una pregunta desgastante y poco útil: “¿Por qué me pasa esto? ¿Por qué a mí?” La mayoría nunca busca una respuesta real y se queda atrapada en un círculo de victimismo. Pero aquí está la clave: cambia esa pregunta por algo más poderoso. Pregúntate:
•“¿Para qué me está pasando esto?”
•“¿Qué debo aprender de esta situación?”
•“¿Qué estoy haciendo mal que puedo mejorar?”
Cuando cambias el “por qué” por el “para qué”, te das el poder de reflexionar y encontrar respuestas. Pero no te quedes solo en la reflexión. Una vez que sepas qué necesitas hacer, actúa. Cambia. Hazlo por ti, porque tú eres la prioridad en tu vida.
El verdadero cambio comienza cuando transformas tu mentalidad, tus hábitos y dejas de quejarte. Las personas negativas atraen negatividad. Por el contrario, quienes agradecen lo que tienen y se esfuerzan por mejorar, atraen cosas positivas. Todo radica en cómo diriges tu mente: ¿controlas tu cerebro o permites que él te controle a ti?
El cambio empieza en ti y es ahora. No esperes que alguien más venga a decírtelo o a resolver tu vida. Si sabes que algo está mal, cámbialo hoy. Porque las acciones de este momento son las que construirán los resultados de tu futuro.