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Esa mirada que me das desata todas las ganas que llevo dentro. Es como si quisieras devorarme con tus ojos, mirándome de una manera que despierta un deseo incontrolable .
Esa mirada me vuelve loco, me hace querer perderme en ti, sin pensar en nada más.
Y sí, siento lo que dices. Te deseo, claro que te deseo, con unas ganas que no se apagan, que no se sacian con nada. Te deseo tanto que no dejo de imaginar cómo sería cumplir este anhelo. Mi deseo es conocer cada una de esas curvas en las que me pierdo, recorrerlas como si fueran un mapa sin fin. Tus ojos me muestran un futuro que solo veo en ti, y tu sonrisa ilumina mis mañanas como un sol radiante.
Este deseo se ha convertido en un anhelo, y ese anhelo en unas ganas ardientes. Esas ganas se reflejan en cada mirada, en cada pensamiento que me devuelve a ti una y otra vez. Quiero cumplir este deseo, sentir lo que tus ojos prometen y lo que mi corazón anhela.
Este deseo no es solo un capricho; es una necesidad. Es la certeza de que, cuando estemos juntos, ese deseo se cumplirá y lo sentiremos en el alma. Porque lo que nuestros ojos expresan es lo que ambos queremos, lo que ambos sentimos. Y ese deseo, lo vamos a cumplir.
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