En una tarde lluviosa, Hana caminaba por el antiguo templo en el centro de Seúl, un lugar que siempre había tenido una extraña conexión con ella. A pesar de haber visitado ese lugar innumerables veces, algo en su interior le decía que debía regresar .
Fue entonces cuando lo vio: el hombre que le pareció una figura de un sueño lejano. Su nombre era Joon, y aunque lo conoció en un contexto completamente moderno, sus ojos reflejaban una familiaridad extraña, como si ya lo hubiera amado en otra vida.
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Durante semanas, se encontraron por casualidad, y a medida que se acercaban, Hana comenzó a recordar fragmentos de una vida pasada: una historia de amor prohibido entre dos almas que se habían jurado amor eterno, solo para ser separadas por traiciones y tragedias. En esa vida, Joon había sido un noble y ella una mujer de clase baja. Su amor fue cruelmente reprimido por sus respectivas familias, y al final, ambos murieron con promesas no cumplidas. Cada encuentro con Joon le revelaba más recuerdos olvidados, y aunque el amor era tan intenso como en el pasado, también lo era el dolor de lo perdido.
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El destino parecía repetirse, y Hana luchaba con el deseo de vivir plenamente esta vida, mientras una sombra del pasado los perseguía. En un último encuentro bajo el templo, Joon confesó: "Sé lo que fuimos, sé lo que hemos sido y sé lo que seremos". Con lágrimas en los ojos, Hana entendió que, aunque sus vidas estuvieran destinadas a cruzarse una y otra vez, el sacrificio de amarse era un precio que ambos debían pagar por las promesas no cumplidas de su reencarnación. Decidieron, finalmente, enfrentar el destino, el amor y la tragedia juntos, con la esperanza de que, en esta vida, podrían romper el ciclo que los atormentaba.