Hace años, Sora y Seungmin compartieron una pasión destructiva que ardía entre ellos como un fuego imposible de apagar. Durante su juventud, ambos eran inseparables, pero la familia de Sora, temerosa de su relación, la separó de él, llevándola a otra ciudad .Seungmin, roto por su partida, juró vengarse del hombre que separó a su amor de su vida, el padre de Sora. Sin embargo, lo que Seungmin no esperaba era que, después de años de silencio, Sora regresara a su vida, pero como una mujer con una nueva identidad, decidida a obtener justicia por lo que le hicieron.

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Sora apareció en la gala de caridad que Seungmin organizaba, vestida con un elegante vestido rojo, su presencia era arrebatadora. Al verla, él no pudo evitar sentirse atraído, pero sus ojos ya no eran los mismos; el dolor y el rencor nublaban su mirada. Ella, con una sonrisa fría, se acercó y le susurró al oído: "Volví para cobrar lo que me robaron". Seungmin no entendió completamente lo que significaba hasta que ella lo besó, un beso lleno de pasión, de deseo reprimido y de venganza. En ese momento, la línea entre el amor y el odio se desdibujó, y ambos se dejaron arrastrar por una pasión salvaje, aunque con el amargo sabor de la venganza en sus corazones.

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La noche continuó y, mientras sus cuerpos se entrelazaban, el odio seguía latente, una necesidad de venganza que quemaba tan fuerte como el deseo que compartían. Pero cuando al final, exhaustos, se miraron a los ojos, el amor que alguna vez existió entre ellos comenzó a resurgir. El dolor de la traición y el rencor por lo perdido seguían presentes, pero también lo estaba la necesidad de sanar, de aceptar que, a pesar de todo lo que habían sufrido, el deseo que los unía no podía ser ignorado. La venganza que Sora había planeado se transformó en una encrucijada: ¿seguiría su camino de venganza o cedería al deseo que aún los ataba?