En el rincón más oscuro de la ciudad, donde las sombras se entrelazan con los susurros del pasado, una llama arde sin cesar. No es una llama común; es el reflejo de todas las almas que han amado y perdido, que han luchado y caído, que han soñado y despertado.
Cada chispa es un recuerdo, un fragmento de vida que se niega a desaparecer .
La Llama danza al ritmo de los latidos de aquellos que aún creen en la magia de lo imposible. Es un faro para los corazones errantes, una promesa de que, incluso en la oscuridad más profunda, siempre hay luz.
Y así, en medio de la noche eterna, la llama sigue ardiendo, recordándonos que la esperanza nunca muere, que el amor siempre encuentra su camino, y que, en cada final, hay un nuevo comienzo esperando a ser descubierto.