Llegamos a la Tierra con timidez y curiosidad a partes iguales; solo para observar.

Vimos sociedades complejas, estructuradas y formadas en valores. Pero algo parecía escapar de nuestra comprensión en la aparente utopía que nos ocupaba.

Los niños corrían en los parques y parecían felices con la mirada atenta en sus artefactos electrónicos .Los padres charlaban alegremente mientras bebían algo a lo que llaman 'cerveza'. También resultaba interesante, casi gracioso, ver a tanta gente emocionándose a la vez viendo en sus pantallas a ciertos tipos pegando patadas a una pelota. Extraños seres estos.

Cumplían su extenuante jornada laboral, trabajaban mucho, pero nos sorprendía ver que casi nadie salía de esta vida normal, que a pesar de pasársela generando beneficios, esos beneficios nunca aumentaban. Se quedaban en esa especie de normalidad, estancados sin poder evolucionar. ¿Para qué tanto trabajar entonces?

Luego nos dimos cuenta de que sí había gente que podía vivir por encima de sus posibilidades, y para nuestra sorpresa, era quien menos se dañaba física y psicológicamente de entre todos ellos; literalmente los que menos generaban, los que se pasaban el día sentados en amplios cuartos vestidos de pingüino.

Eso empezó a mosquearnos, por lo que quisimos volver a echar un vistazo en esas pobres almas,a los de abajo.

Resultó que no eran tan felices. Que al degustar esa cerveza una ligera sonrisa amarga llenaba sus caras. Que sus hembras no tenían tiempo suficiente para dedicarles a sus vástagos, por lo que, paradójicamente, tenían que contratar a otros para cuidarlos, sabiendo que esos otros también tenían dicho problema.

Resultó que muchos de ellos, no entendimos por qué, eran despojados de esos deberes diarios, convirtiéndose en almas en pena que ni para alimentos ni techo tenían; y muchos morían ante la indeferencia de los que iban disfrazados de pingüino. Esa idea nos perturbó, algo extraño pasaba en este planeta.

Otros pagaban esas circunstancias tomándola contra sus iguales. Golpeaban a sus mujeres y a su progenie. Discriminaban y culpaban a quien no tenía culpa. Odiaban. Y al resto no parecía importarle. Seguían animando pocos metros más allá a esos tipos que pegaban patadas a ese balón... ¿Acaso era esa su mayor preocupación?

El verdadero trauma fue cuando quisimos indagar en otros lugares a los que los humanos gusta llamar (no se si por puro cinismo o por qué) "tercer mundo". Allí era una locura todo. Los militares luchaban contra la propia población, a la que creíamos que debían defender. Mientras, en la otra parte del mundo los líderes lanzaban proclamas de paz y orden, y atacaban a los que no tenían nada que perder. Curiosamente eran las zonas más ricas en esos recursos naturales que tanto interesan a los humanos. ¿Si tienen tanto petroleo, por qué tanta guerra y pobreza? No queríamos aceptar la respuesta a esa pregunta.

Estos inconscientes pingüinos sabían de sobra que el mundo no aguantaría mucho tiempo así, que tarde o temprano, por falta de recursos o destrucción literal de la sociedad o el planeta en sí, todo reventaría. Pero poco parecía importarles desde sus embarcaciones de lujo.

No queríamos creer que tras tanta apariencia de evolución, se escondiera tremendo monstruo. No queríamos ni pensar en lo que sería de este extraño planeta a este ritmo.

Tras la ilusión de la normalidad y la modernidad, había una tragedia gestándose en cada casa, cada barrio, cada ciudad y cada país. Estaban condenados al dolor y la apatía. El individualismo lo había consumido todo. No había esperanza, ni se la esperaba... Por lo que una tarde oscura y lluviosa, dejamos ese planeta. Redactamos este informe, y quedamos en volver en un futuro, con la idea de que quizás no se cumpliese este destino.