LIMPIEZA FACIAL
El primer paso en cualquier rutina facial es la limpieza del rostro. En este caso, puedes optar por un limpiador facial y desmaquillante para pieles sensibles, secas e intolerantes, limpia y potencia la hidratación de tus ojos y tu rostro.
También puedes utilizar un gel limpiador.
EXFOLIAR LA PIEL
El proceso de exfoliación de la piel consiste en limpiarla en profundidad para eliminar las células muertas, el exceso de sebo y las impurezas. Lo que se busca aquí también es mejorar la hidratación, no es necesario exfoliar todos los días. Basta con hacerlo una o dos veces por semana, en función de tu tipo de piel.
Las cremas exfoliantes ayudan a retirar las células muertas de tu rostro. Esto permitirá también que no se congestionen los poros. Disfrutarás de una piel más sana, suave y brillante.
TÓNICO FACIAL
El tónico facial es un producto que equilibra el pH de la piel, ayuda a cerrar los poros, elimina los restos de impurezas y refresca el rostro para los cuidados posteriores. Si bien es cierto que se trata de un producto que no se suele incluir en la rutina facial, su uso hará que esta sea mucho más completa.
Un tónico facial elaborado a base de ingredientes naturales es la solución ideal. Estos ingredientes poseen activos de origen orgánico y no contienen alcohol ni perfumes. De esta manera, evitarás irritaciones para que tu piel se vea mucho más sana y brillante. El tónico le aporta una mayor luminosidad a tu rostro.
SÉRUM FACIAL
Siguiendo con este orden de rutina facial, le toca el turno al sérum. Un producto hidratante que cuenta con una alta concentración de ingredientes activos y una textura líquida de fácil y rápida absorción. Su aplicación es indispensable para combatir los signos del envejecimiento y mantener tu piel siempre mucho más hidratada.
CONTORNO DE OJOS
Por último, y no menos importante, hay que hablar en tu rutina facial del contorno de ojos. Esta zona es una de las más sensibles y con más movimiento en tu rostro, por lo que requiere de unos cuidados especiales. No en vano, es donde más se notan los signos del envejecimiento, la sequedad y el cansancio.