El primer día de universidad llegó, mi mente no paraba de pensar en Sebastián, en lo que diría o no de mí.¿Acaso sabía que con un comentario mal dicho podía volverme la chica loca y solitaria del curso? No era que no tuviera amigos, sólo que mi única amiga ya no estudiaba conmigo, los demás eran compañeros con los que siempre estudiaba pero siempre fui muy tímida con ellos y no se que piensen de mi, prefiero siempre alejarme antes de que comiencen a pensar que soy rara o algo por el estilo, prefiero estar sola más que todo. Por eso cuando vi a Sebastián entrando a la universidad salí corriendo detrás de él, lo sujete de un brazo y le dije:

- Oye, no se lo que haya pasado durante las vacaciones o a quién le hayas dicho, pero por favor no vayas a decir nada de la marcha .No le digas a nadie que me viste, que estuve ahí o que me salvaste. Mi casi nula vida social depende de ti. - Me di cuenta que lo estaba lastimando así que de inmediato le solté el brazo y me sentí muy humillada y patética al mismo momento.

Sebastián me miró extrañado.

- Jane no le iba a decir a nadie, además ¿qué hubiera dicho? ¿qué yo estaba en una marcha feminista? Sabes como mis amigos me hubieran podido molestar.
- Al menos tú tienes - Dije para mi misma pero él me escucho y se sorprendió.
- Oye, yo soy tu amigo si? - Me dijo acercándose a mi cariñosamente - No te preocupes por nada, pero no pensé que de esto quisieras hablar cuando le pediste mi numero a mi hermana

Me puse roja como un tomate, nunca se me ocurrió que Melody pudiera haberle comentado a Sebastián ue le pedí su número. Me avergoncé demasiado.

- Ey, ey - dijo mientras me sujetaba las manos - no pasa nada, sólo que creí que querrías hablar de otras cosas, no de esto. Pero esta bien, en serio, no te preocupes.

Quise responderle que yo sí quería hablarle pero en eso vimos pasar al profesor de la primera clase y tuvimos que entrar. El resto de la mañana pasó así, tranquila, un poco divertida con las miradas que nos hacíamos cada tanto. Por primera vez me sentía cómoda en un lugar que no fuera mi casa o con mi familia (bueno, sin contar con el grupo feminista).

Ese mismo día al llegar a casa continué con la obsesión de escribir toda mi historia, sentía que sí alguien llegase a leerlo podría servir de ayuda. Al terminar sentí un poco de nostalgia así que llame a mamá, hablamos un rato y le pedí que me pasara a la abuela y a Sofí. Les conté lo que sucedió esa mañana y me aconsejaron que lo mejor era que mantuviera a Sebastián cerca de mi por si en algún momento necesitaba ayuda. De por sí en la historia de mi familia ya teníamos varios antecedentes de conflictos con los hombres, y la abuela creía que si algo me pasaba, él podría ayudarme, además de que en un futuro, todo lo que nos pasara a nosotras o a alguna conocida deberíamos comunicarlo; las personas deben conocer el mal que podemos sufrir las mujeres por culpa de ciertas personas mal intencionadas

.Cuando colgué el teléfono recibí un mensaje de un número desconocido.

- ¿Quieres salir a comer algo y hablar? :)

Antes de que pudiera preguntarme quién era y por qué carajos me invitaba a comer, otro mensaje llegó.

- Antes de que te asustes, soy Sebastián ;)

Me causó un poco de risa, a lo que sólo respondí:

- ¿Qué tienes en mente?

Después de ese mensaje me sentí un poco atrevida, pero estaba haciendo exactamente lo que la abuela y Sofí querían. ¿qué habría de malo en hacer un amigo que me pueda proteger?

Después de varios mensajes, Sebastián me recogió en mi habitación. Salimos a comer pasta a un lugar donde me encanta ir cuando me siento sola o lejos de casa, aún no sé porque le dije que fuéramos allá, quizá porque me sentía en confianza con él, pero tenía miedo de seguirme sintiendo así.