En una pequeña ciudad, donde las luces parpadeaban como estrellas caídas, vivía una joven llamada Cristina. Tenía los ojos llenos de sueños y un corazón generoso .En esa misma ciudad, vivía también Rafael, un joven de mirada profunda y sonrisa encantadora. Sus caminos se cruzaron un otoño, bajo un cielo pintado de naranjas y rojos, y desde ese momento, sus vidas se entrelazaron como las ramas de los árboles en el parque donde se conocieron..