Y no lo entendía de verdad.
No podía entender por qué me enamoró de una forma tan bella y única, y se fue de la forma más cruel y dolorosa .Seguía sin entender tantas cosas, que cada cosa las recordaba cada día, las estudiaba cada hora, pero no, no podía entenderlas. Mis ojos miraban a la nada pensando en todo y todo se resumía en ella.

Se acostumbró tanto al amor pasajero que cuando llegué yo y quería algo duradero, se asustó y me tuvo, pero por un tiempo pasajero.

No podía entenderlo, pero ahora lo sé, era que había otra persona en su vida, era su vida. Sus ojos se estaban desviando por otro camino que no la llevaba a mi, ella estaba mirando otro destino; pero lo que más me duele es que ella estaba al mismo tiempo conmigo. Mientras a mi me decía palabras bonitas pero llenas de vacío, ella se las decía a otro, y para el otro quizás eran palabras llenas de esperanzas, pero de amor falso.

Y ahora me pregunto, ¿qué sentirá el otro al saber que mientras ella estaba conmigo también estaba con él? Quisiera tenerlo en frente mío y decirle que al igual que ella me la hizo a mi, también se la hará a él, decirle que al primer obstáculo, ella saldrá corriendo, decirle que ella jugará, al igual que jugó conmigo.

Ella y yo no éramos nada, pero parecía que lo teníamos todo. Había algo, y era algo bonito. Ella me escribía mañana, tarde y noche. Yo la llamaba con ganas de escuchar cada cosa que le sucedía en el transcurso del día.

Solíamos cogernos de la mano en la calle, en el cine, en el transporte público. Caminando bajo la luna llena, ella me hablaba de sus problemas, de sus fantasías, de sus temores, de sus sueños, de lo que hacía que no se cumplieran esos sueños (y creo que yo era parte de eso, no lo sabía). Y agarrados de la mano, armábamos nuestros sueños juntos; pero todo era mentira, yo no hacía parte de esos “sueños juntos” nuestros planes que se iban muriendo poco a poco.

Y murieron, al igual que mis esperanzas con ella.