En un viejo molino, vivía un anciano que tejía telas con una gran destreza.
Se decía que sus hilos eran almas robadas de los niños desaparecidos de un pueblo cercano .
Una mujer descubrió su secreto cuando vio los rostros dibujados de los pequeños en la tela, llorando por ser liberados.
A partir de ese día no se volvió a saber nada ni de la mujer ni del anciano, pero en el viejo molino todas las noches se siguen oyendo llantos infantiles.
Fran Laviada