Con el nacimiento del sol naranja, un despertar rojizo, retrocedí hacía mis más nostálgicos recuerdos. Fue así como me di cuenta que siempre exigí más del amanecer... La niñez y las sensaciones pervertidas, una curiosidad infinita e inquietante, un fuego culposo e innegable.
Antes de querer desear la llegada de la muerte, tan deseada una y otra vez, mucho antes estuvo ese deseo. Deseo por sentir más sobre sensaciones nuevas se aceleró después, después.
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