Perderse es un acto que tememos,
pero también es una forma de encontrarse.La vida, con sus mapas invisibles nos lleva por caminos que no pedimos, y a veces nos deja en rincones que no reconocemos.
Hay quienes ven el perderse como un error, como un fracaso,como un momento que no debería ocurrir. Pero yo creo que en esos desvíos se esconde algo precioso: la posibilidad de descubrir quiénes somos cuando no sabemos a dónde ir.
Perderse significa detenerse, mirar alrededor y darse cuenta de lo que no habíamos visto. El árbol solitario al borde del camino, el aroma de una flor que nunca olimos,el eco de nuestra propia voz, gritando en un espacio abierto.
A veces perderse no es ir lejos, sino adentrarse. Es enfrentarse a los laberintos internos, a esas partes de nosotros que hemos evitado visitar. Es darnos permiso de no tener respuestas, de no tener rumbo.
Porque el que nunca se pierde jamás sabrá lo que es encontrar algo que valga la pena.
Así que hoy, si te encuentras a la deriva, si los caminos que antes conocías ya no te llevan a ningún lado, no te preocupes.
Camina.
Siente.
Pierde el miedo a perderte.
Tal vez no sea un error.
Tal vez sea el principio
de algo que aún no conoces.