¿Alguna vez has sentido que la vida te arrastra en una corriente de cosas por hacer, metas que alcanzar y lugares a los que llegar?
En medio de tanto movimiento, surge una pregunta inevitable: ¿Estamos viviendo una vida que realmente nos representa o solo estamos sobreviviendo al ritmo que otros marcan?
Vivimos en un mundo que a veces sin darnos cuenta nos llena de expectativas y moldes que nos alejan de lo que realmente somos. Queremos encajar, cumplir, estar a la altura .Pero en esa búsqueda solemos perdernos. Dejamos de lado nuestros deseos genuinos, nuestra autenticidad, y nos convertimos en personajes de una historia escrita por otros.
-RECUPERANDO NUESTRO PROPIO BRILLO
Encontrarse a uno mismo no es un camino rápido ni sencillo. No se trata de irse de viaje o cambiar de entorno aunque a veces esto ayuda. Se trata de empezar a escuchar esa voz interna que hemos callado por mucho tiempo, esa que nos recuerda nuestras verdaderas pasiones y anhelos.
La verdad es que todos tenemos algo que nos distingue, algo que solo nosotros podemos aportar al mundo. A veces, estamos tan ocupados tratando de agradar a los demás, de cumplir con lo que se espera que nos olvidamos de que también tenemos derecho a decir ''no'', a detenernos, a cambiar de dirección. La verdadera valentía está en ser fieles a nosotros mismos en un mundo que nos empuja a ser como todos los demás.
-LA IMPORTANCIA DE PONER LIMITES
Al empezar a escucharnos aprendemos también a decir ''no'' a lo que no nos hace bien. Poner límites no es egoísmo; es amor propio. A veces se nos enseña a dar, a complacer, a estar disponibles para los demás y aunque esto es importante también lo es cuidar de nuestra energía y decidir en qué la invertimos. Los límites nos permiten honrar quiénes somos y a dónde queremos ir y eso en sí mismo es una forma de amor hacia nosotros.
Decidir qué y a quién le damos nuestro tiempo y energía es la clave para encontrar nuestro propio equilibrio. Cuando empezamos a poner límites descubrimos que la vida se llena de menos ruido y de más paz de menos compromisos vacíos y de más tiempo para lo que realmente nos importa. Aprendemos que decir “no” a algo que nos desgasta es en realidad decirle “sí” a nuestra felicidad y bienestar.
-LA LIBERTAD DE REDEFINIRNOS CADA DÍA
El camino de vuelta a nosotros mismos no es una línea recta; a veces avanzamos y retrocedemos. A veces, dudamos. Pero cada día es una nueva oportunidad para comenzar de nuevo. No estamos atados a la versión de nosotros mismos que fuimos ayer, ni a las expectativas que los demás tienen. Tenemos el poder de decidir, de cambiar, de construirnos a nosotros mismos desde adentro.
Quizá sea hora de preguntarnos: ¿estoy viviendo mi vida o la vida que otros esperan de mí? La libertad de ser auténticos nos permite crecer y encontrar satisfacción, no en el ruido de afuera, sino en la paz que sentimos al estar en sintonía con quienes realmente somos.