- Capítulo 15 -
Escuché por primera vez el calificativo de “Pagafantas”, viendo una divertida película del mismo título, dirigida por el cineasta vasco Borja Cobeaga. El film clasificado dentro del género de comedia romántica, desarrolla una trama en la que el protagonista (el Pagafantas de turno), hace todo lo posible para que la chica de la que está enamorado, le haga caso, esperando que al final, ella, no tenga más remedio que caer rendida a sus pies .El final, obviamente no lo contamos, por consideración a todos aquellos que no hayan visto la película, cuyo visionado recomendamos, para los que quieran pasar un rato divertido, sin más complicaciones.
Volviendo al director antes aludido, declaraba en una entrevista que los Pagafantas venían a ser más o menos, los Calzonazos del Siglo XXI, y aprovechando esta comparación, nos referimos aquí a los auténticos Calzonazos, que habitan en nuestra sociedad actual, que son ni más ni menos, que aquellos que siempre, y dicho en sentido figurado, se bajan los pantalones, ante cualquier situación en la que se encuentren ligeramente presionados. Son esa clase de personas que han cedido los derechos de su voluntad, dejándola en manos de otros, para que sean estos los que tomen las decisiones por ellos, son ese tipo de individuos que siempre dicen SI a todo lo que les proponen, y eso no es lo malo, lo verdaderamente grave, es que muchas veces lo que quieren decir es NO, pero no se atreven a hacerlo.
Los Calzonazos viven sometidos a otras personas de carácter dominante, que les imponen sus ideas, deseos y caprichos, unas veces aparecen en forma de Suegra (o Suegro, para que nadie trate de machista al autor de este texto), otras es el Jefe en el trabajo, bastantes la pareja de turno y en alguna ocasión, algún amigo con delirios de Führer.
Quienes de forma permanente andan con los calzones bajados, nunca tienen el valor suficiente, para llegado el momento, plantarse, y decir ¡Basta!
De paso, también pueden aprovechar para mandar de una puñetera vez a tomar viento, por decirlo educadamente, a tanto dictadorzuelo barato (en algunos casos, víctima en su propio hogar, de un cónyuge déspota) que pulula por el mundo, y que se esconde detrás de esta peculiar careta modelo “Buen Rollito”, que les permite pasar desapercibidos, confundidos en medio de la multitud.
Continuará…
Fran Laviada