- Capítulo 14 -
(Primera parte)
“La democracia es una comida saludable, que se mueve entre la carne y el pescado, pero si la pasamos por la parrilla, y le quitamos la grasa de la corrupción, sería mucho más sana”.
El sistema político que defiende la soberanía del pueblo, y su derecho a elegir y controlar a sus gobernantes, es la democracia, así resumido, y fácilmente entendible, sin necesidad de extenderse demasiado. Y la expresión máxima para ejercer ese derecho, que todos los ciudadanos tenemos, cuando cumplimos la mayoría de edad, es mediante el voto que utilizamos para elegir a los políticos candidatos que se presentan, y para ello depositamos el “papelito” blanco que nos permite escoger a los diputados, que son de nuestro agrado, y el de color “sepia” para hacer lo propio con los senadores, aunque los entendidos dicen, que el Senado, es una especie de “Cementerio de Elefantes”, al que van a parar, muchos políticos de larga trayectoria (gran parte de los cuales se resisten jubilarse), a los que como premio, una vez que han entrado en el tramo final de su carrera, se les recompensa por los servicios prestados (entrega, eficacia y en muchos casos, solo, fidelidad y sumisión a la “causa”, cada uno la suya).
Como no soy un especialista en la materia, no puedo afirmar con rotundidad que el Senado, sea algo inútil, pero si un día se lleva a cabo un referéndum sobre qué hacer con la también llamada “Cámara Alta”, que cuenten con mi voto afirmativo, para que desaparezca, y lo mismo, si también utilizan el mismo procedimiento, para que los españoles podamos elegir de una “puñetera” vez, si queremos seguir con la Monarquía o nos modernizamos y damos paso a una República, y que por fin se pueda designar democráticamente a nuestro Jefe de Estado, pero bueno, eso ya me parece que sería mucho pedir, así que no caerá esa
breva .Y que conste, que un servidor no tiene nada personal en contra de “Su Majestad”, pero sin duda alguna, sería un ejercicio muy sano de democracia, que el actual Rey, se presentase a las elecciones (republicanas, por supuesto) como “cualquier hijo de vecino”, para saber si el pueblo quiere que sea la primera autoridad de la nación. Pero bueno, eso sería establecer un debate demasiado extenso, y ahora no toca.
Volviendo a las elecciones, hay que decir, y eso lo sabe todo el mundo, que la democracia no es perfecta, y tiene muchas grietas, quizá demasiadas, que en el caso de nuestro país, se van haciendo más grandes a medida que el tiempo va pasando, así que no estaría de más, que los señores políticos (sobre todo los más vagos, que los hay, además son bastantes, más de los que un país en crisis, puede permitirse), levantasen más a menudo el culo (gordo, el de muchos, ¡Señorías, más ejercicio, por favor!) de sus cómodos asientos (escaños), y se pusieran manos a la obra, cual fontanero para desatascar las tuberías del poder, que emanan un tufo insoportable porque están llenas, entre otras porquerías, con la “mierda de la corrupción (insisto en ello, aún a riesgo de ser pesado en exceso), delitos fiscales de todo tipo, “pelotazos”, comisiones del 3% y de ahí para arriba, “enchufismos”, “amiguismos” y toda clase de “ismos”, y se podría seguir...”
Y ya que el asunto va de VOTAR, que no solo sirve para manifestar una opinión, también hay que hablar de BOTAR, y eso en democracia también sirve para despedir a alguien de su empleo, en este caso para mandar a sus casas, a aquellos que han incumplido con sus obligaciones, que han sido unos incompetentes o que han “metido mano en la caja”, aprovechándose de su cargo (da igual su ideología, los que sean, con independencia del partido al que representen). Individuos, por llamarlos de alguna manera, que han traicionado miserablemente, la confianza que sus electores habían depositado en ellos.
Para terminar, decir con el objetivo de completar este apartado, en especial para evitar cualquier confusión, que cuando se hace referencia por parte del autor, a un indisimulado favoritismo republicano, no se habla de colores, la República, no es ni roja, ni azul, ni verde, ni blanca, admite todo una amplia gama de colorido y tonalidades, aunque desde
luego, es muy respetable la decisión de los que gritan, eso de: ¡Viva, el Rey!, aunque los únicos méritos de quien ocupa un trono (el de aquí, o el de cualquier otro sitio), sea apellidarse “Fulanez o Menganez”.
Resumiendo:
En el revoltijo de “Urnas, Votos y Elecciones”, hay que tener en cuenta lo siguiente:
Continuará…
Fran Laviada