- Capítulo 13 -
Es evidente que una gran parte de la publicidad (también conocida según el contenido del anuncio, como publimaldad) con la que nos machacan a todas horas, desde los diversos medios de comunicación, contiene unas dosis elevadas de perversidad, ya que tiene como único objetivo, conseguir a cualquier precio, que el afán consumista del ciudadano se vaya elevando al máximo, hasta alcanzar niveles de auténtica adicción, lo que no deja lugar a dudas, del efecto dañino que tanto anuncio le va a reportar al futuro consumidor.
Las poderosas multinacionales de todos los sectores, se convierten en enormes y potentes cotorras que a toda costa nos quieren colocar su último invento, su producto milagroso o su maquinita de ultramoderna tecnología. Al final, en la mayoría de las ocasiones, el asunto es que, buscan que compremos cosas que no nos hacen falta para nada, pero ya se han encargado ellos con planificada astucia, de crearnos la necesidad, con sus presuntamente ingeniosas campañas y promociones, aunque algunas son verdaderamente patéticas, y el slogan impactante (sus ideólogos, así lo creen) de muchas, es de verdadera vergüenza, por mucho que algunos cerebritos con tres carreras y siete máster se hayan (supuestamente) exprimido los sesos durante muchos meses, para dar con la frase mágica que a su empresa le sirva para embolsarse centenares de millones de euros, dólares o cualquier otro tipo moneda, ya que al final, el único objetivo que cuenta es hacer caja.
Lo realmente grave de todo del asunto es que el ingenuo de turno, se va a gastar un dinero que no tiene (¡usted no se preocupe, pague en cómodos plazos, le ofrecemos financiación a su media!) y el resultado final, es el encadenamiento perpetuo a una deuda interminable que acompañará al pobrecito comprador hasta la tumba.
¡Y quédese tranquilo, si muere usted antes de liquidar el saldo pendiente, ya nos encargaremos de que lo hagan sus hijos!, aunque al paso que vamos, serán los nietos, los que tengan que finiquitar la deuda.
Gracias a la publicidad disfrutamos hoy de muchas cosas por las que no hemos de pagar nada (eso, en teoría), pero también, gracias a la publicidad, tenemos que soportar día tras día mensajes, absurdos, ridículos, cansinos y malintencionados que tienen como principal y único objetivo, crearnos necesidades que no tenemos .Estimular con las palabras adecuadas las adicciones a lo que sea, sobre todo de las personas más débiles (emocionalmente hablando), es una actividad que se le da muy bien, a cierto tipo de ejecutivos, considerados “triunfadores” en el porcino (con cierta frecuencia) mundo de los negocios.
Evidentemente no toda la Publicidad es dañina, la hay verdaderamente ingeniosa, divertida, saludable y auténtica, creada por gente inteligente y sobre todo honrada.
Continuará…
Fran Laviada