Aprendí que no todas las buenas historias acaban bien. Que lo que un día nos hace felices, al otro nos rompe el corazón .
Que un día estamos y al otro ya no. Aprendí que todos somos papeles secundarios en las historias de otros, que también somos villanos, o probablemente solo espectadores.
Aprendí que sí, que podemos ser los que clavan el puñal, y también podemos ser los clavados.
He aprendido que no soy los única que camina por la calle suspirando heridas, traiciones y falsas ilusiones. Aprendí que todos estamos heridos de una u otra forma, unas heridas más graves que otras, pero que al final siempre tienen el mismo resultado: tristeza.
Aprendí a no odiar a quien me lastima, pero sobre todo aprendí, que las grietas en el alma, también, son una obra perfecta de la vida. Una verdadera obra de arte.