¿Cómo puedo controlar algo que es intangible? Mi mente tiene vida propia; ni mis fundamentos más lógicos pueden detenerla. Cuando un pensamiento surge y persiste, me vuelve prisionera de su delirio .

Estoy atrapada en un cuento macabro y sin sentido. Sus preocupaciones y distorsiones de la realidad agotan mi energía. La vida pasa, me pierdo de los pequeños detalles, podría estar disfrutando de momentos increíbles, pero mi mente ha capturado mi atención, diciéndome: “Mirá, esas personas te están mirando”, y en otras ocasiones me muestra cómo se están riendo, quizás de algún comentario que hice, de mi apariencia, o simplemente les caigo mal; en verdad no sé, soy esclava de presuposiciones. ¿Cuándo despertaré de esta pesadilla? Estas cadenas son muy pesadas de llevar; deseo con todas mis fuerzas que este maldito juego termine. ¿Paz mental? ¿Qué cuernos es eso? Mi mente es mi peor enemiga; lamentablemente, es donde paso la mayor parte del tiempo. Intenta protegerme de los estímulos externos, pero sus logros solo me causan heridas más profundas. Su veneno es tan tóxico; solo trata de que vea lo peor de mí, sintiéndome inconforme con mi vida. ¿Qué carajos me sucede? Son los cuestionamientos que mi mente me lleva a hacer. Quiero escapar de este lugar; sin embargo, jamás encontré la llave; creo que no tiene salida. Debo aprender a sembrar un huerto en este terreno hostil, o sino no voy a sobrevivir.

Este texto es un reflejo de una etapa que viví hace mucho tiempo, una experiencia que no pretende ofrecer un enfoque optimista, sino mostrar la cruda realidad de la lucha interna.