En ocasiones, cuando cierro mis ojos y respiro profundamente, me permito pensar en tí. Lo sé, sé lo que me espera al abrir los ojos; una oscura soledad .Tú ya no estás, tú te has ido... pero dentro de mí sigues latiendo. Sigues viviendo en cada particula que compone mi cuerpo, y aunque el daño causado fué cruel y doloroso, no puedo evitar seguir amandote. No puedo, aún no.
Acepto que te extraño, acepto que hay ratos en los que sonrío al recordarte... a tí y tu estúpida sonrisa que me traía loca, tus palabras irónicas, tus dulces miradas. Te recuerdo y sonrío, pero en menos de un segundo también esa sonrisa desaparece. Yo lo llamo un milisegundo de felicidad con tu nombre. Demasiado efímera para notarla.
He sufrido tu partida, acepto que tu ausencia aún duele en mi corazón, acepto que la forma en la que te fuiste después de que te dí todo de mí, también causó una grieta irreparable en mi alma, pero amor... también acepto que era lo mejor, que ser jovenes no fué lo mejor. Aceptó que yo fuí la que se enamoró profundamente y que tú solo pensaste haberlo hecho.

Espero que junto a ella ahora seas realmente feliz, que sus brazos sean más cálidos que los míos, que su piel sea más suave que la mía, que sus chistes no sean tan malos como los míos, que todo en ella sea mejor que lo que yo te dí menos algo. Solo habrá una cosa que ninguna de ellas podrá superar, y eso será tu triste condena cariño. Nadie en esta vida podrá amarte tanto como yo lo hice. Nadie te será tan fiel, ni tan loca y despistada, y detallista, y torpemente graciosa. Que lástima que me hayas dejado ir, porque cuando te des cuenta de aquello y vuelvas aquí, no estaré. Quizás esté sola o en quién sabe, dando mi amor a alguien más. El tiempo lo dirá. Hasta entonces, sé feliz mi primer amor.