Los dioses deben estar locos (1980)
La historia comienza en el desierto de Kalahari, donde un grupo de indígenas san vive en armonía con la naturaleza. Su vida cambia cuando un piloto de avión lanza una botella de Coca-Cola, que cae en su territorio .
El líder de la tribu, Xi, decide que la única manera de restaurar la paz es deshacerse de la botella. Así, emprende un viaje hacia el "fin del mundo" para entregarla a los dioses. En su travesía, Xi se encuentra con diversas situaciones cómicas y se enfrenta a la cultura occidental, que él no comprende. A medida que avanza su aventura, se encuentra con un grupo de personas modernas que tienen sus propias luchas y problemas.
Paralelamente, la película también sigue la vida de un científico llamado Andrew Steyn, que investiga el comportamiento de los san. Su historia se entrelaza con la de Xi cuando se ven obligados a colaborar. Andrew es un personaje que representa la lógica y la ciencia, en contraste con la visión simple y directa de Xi sobre la vida. A lo largo de la película, ambos personajes aprenden lecciones valiosas sobre la naturaleza humana y la complejidad de las relaciones sociales.
El filme culmina con un encuentro entre Xi y Andrew, donde ambos comprenden las diferencias culturales y la importancia de la paz. Al final, Xi logra devolver la botella, y con ello, restaurar el equilibrio en su comunidad. La película termina con un mensaje sobre la simplicidad de la vida y la forma en que los objetos materiales pueden complicar las relaciones humanas.
Los dioses deben estar locos II (1989)
La secuela comienza con Xi, quien ha vuelto a su hogar después de deshacerse de la botella. Sin embargo, su vida tranquila se ve interrumpida por un grupo de cazadores furtivos que amenazan su comunidad. Mientras intenta proteger a su gente, Xi se encuentra con su familia y se esfuerza por mantener la paz en su tribu. La historia presenta la lucha de Xi contra fuerzas externas que buscan explotar la naturaleza y la cultura de los san.
En esta película, Xi tiene un compañero, un niño llamado N!xau, quien representa la nueva generación de san. Juntos, enfrentan diversos desafíos mientras intentan defender su hogar. A lo largo de la trama, se exploran temas de familia, amistad y la importancia de proteger las tradiciones culturales ante la invasión de la modernidad.
Al mismo tiempo, la película sigue la historia de Andrew Steyn, quien ahora está involucrado en la investigación de la fauna local. Su presencia introduce un elemento de conexión entre el mundo occidental y el mundo de los san. A través de sus interacciones con Xi y N!xau, se pone de manifiesto la necesidad de encontrar un equilibrio entre el progreso y la preservación cultural.
El desenlace de la película revela cómo Xi y su comunidad logran superar los obstáculos que enfrentan. A través de la colaboración y la unión, los san encuentran formas de proteger su hogar sin renunciar a su identidad. "Los dioses deben estar locos II" mantiene el humor característico de la primera película, pero profundiza en el conflicto entre la tradición y la modernidad, dejando un mensaje sobre la resistencia y la unidad frente a la adversidad.
Los dioses deben estar locos III (1994)
La tercera entrega se centra en la historia de un niño llamado "El Chiquitín", un joven san que se enfrenta a la difícil tarea de encontrar su lugar en un mundo cambiante. A diferencia de las películas anteriores, esta entrega se centra más en la vida contemporánea y los conflictos entre la cultura tradicional de los san y las influencias externas. El Chiquitín se siente dividido entre las expectativas de su comunidad y la atracción de la modernidad.
En su búsqueda de identidad, El Chiquitín se encuentra con varios personajes del mundo moderno, lo que le brinda una nueva perspectiva sobre la vida. A medida que explora, enfrenta situaciones cómicas que reflejan la confusión cultural que caracteriza la saga. Esta vez, el humor proviene de las interacciones entre el mundo de los san y la cultura occidental, mostrando cómo ambos lados se malinterpretan.
Al mismo tiempo, se presentan historias paralelas de los adultos, que intentan reconciliar sus tradiciones con la realidad actual. El Chiquitín, a través de sus experiencias, se convierte en un puente entre las dos culturas, mostrando la posibilidad de entendimiento y adaptación. La película destaca la importancia de la educación y la apertura mental, sugiriendo que la fusión de culturas puede enriquecer a ambos lados.
El clímax de la película culmina en una celebración que une a los personajes de ambas culturas, simbolizando la esperanza de un futuro en el que la tradición y la modernidad pueden coexistir. "Los dioses deben estar locos III" se despide de la saga con un mensaje positivo sobre la aceptación y la diversidad, reafirmando el valor de la identidad cultural en un mundo en constante cambio.