Muchos creen que los espíritus no existen, en cambio, yo creo lo contrario, y por eso hoy vengo a dar fe a ello contando mis vivencias.
Todo empezó hará ahora unos tres años, pero yo lo recuerdo como si lo hubiera vivido ayer, era un día soleado, en pleno mes de diciembre. Estaba volviendo de hacer la compra semanal, ya que mis hermanos estaban ocupados.
Quise ir por un callejón para llegar a casa y terminar una tarea obligatoria para el día siguiente.
Pero en el momento en el que iba a pasar, levante la mirada, vi una muchacha no mayor que yo, asomada por la ventana lanzando algo.
En el momento en él que ella me miró me di cuenta de dos cosas: una, que sus ojos eran rojos como la sangre y que congeniaban con su rubio cabello, y la segunda era que no parecía humana, es decir, parecía más bien un hermoso reflejo que desaparecería si apartaba la mirada .Y así fue, se escuchó un grito que parecía provenir de detrás de ella, haciendo que ella desapareciera como una sombra en un parpadeo, como si nunca hubiera estado allí, pero el objeto que ella había lanzado seguía allí. Lo cogí antes de que se desvaneciera como ella lo hizo. Me sorprendió su contenido: tenía una daga manchada de lo que parecía ser sangre, y un frasco etiquetado con el nombre de cianuro, un veneno mortal. El último objeto que había era un papel en él que solo alcancé a ver dos nombres antes de que se desvaneciera. Los nombres escritos eran Andrea y Víctor, mis hermanos mayores.
Di unos pasos hacia atrás, sorprendido, y chocando contra algo, al bajar mi mirada vi la compra que había abandonado momentos antes allí, al devolver la mirada a mis manos los objetos encontrados habían desaparecido como aquella hermosa chica. Cogí mi compra y sin mirar una sola vez hacia atrás, salí corriendo, y no me detuve hasta llegar a mi casa.
Al llegar, deje la compra y fui a mi habitación con el corazón a mil, estaba nervioso y no sabía qué hacer. Eran los nombres de mis hermanos escritos en un papel que desapareció al igual que la propietaria, no mejor dicho como el espíritu de la propietaria.
Recordé la tarea que tenía pendiente, tenía que escribir una historia de terror o suspense, como estaba asustado por lo que me había pasado, escribí mi experiencia.
Después de cenar y terminar mi tarea, mi fui a la cama, qué ingenuo era al pensar que podría dormir tranquilo después de vivir y escribir ese suceso, pero por entonces aún creía que podía dormir, así que me acosté. A eso de las tres de la madrugada me desperté por un sonido, era como si estuvieran abriendo mi ventana, pero al abrir los ojos vi como una sombra que parecía un espíritu, atravesaba la ventana y se acercaba a mi escritorio sin percatarse de que yo estaba despierto. Agarro mi tarea y se giró hacia mí, era la chica rubia, y dijo en un susurro “los próximos serán tus hermanos” y se esfumó.
Yo me levanté de mi cama y fui corriendo hacia la habitación de mis hermanos, pero por suerte seguían allí. Estaba demasiado nervioso y salí de mi casa a dar una vuelta, las calles estaban desiertas, y por curiosidad y para saber si podía descubrir quién era la chica dirigí mis pasos a donde la vi por primera vez. Pero cuando llegue, el callejón estaba cerrado por cintas policiales y había policías por todos lados, así como un par de ambulancias.
Por lo que pude descubrir al día siguiente, habían matado a un par de hermanos, una chica y un chico. Y por la manera en la que fueron asesinados, relacionaron el caso con otros tres que sucedieron anteriormente y en los cuales el asesino siguió el mismo método, la chica con veneno y el chico con una puñalada en el corazón.
Ese día, al regresar de la preparatoria, volvía con dos cosas: un castigo por no entregar la tarea, y una carta que encontré en mi mesa.
La carta estaba escrita en letra cursiva:
Sé que sabes quién soy, pero no sabes que soy. Pero tienes razón con tu teoría, soy un espíritu, soy el espíritu de una adolescente que murió atropellada, pero fui testigo de cómo asesinaron a una niña, y no fueron condenados, es más, fueron absueltos sin antecedentes.
Por eso yo me dispongo a matar a cinco parejas de personas qué hayan cometido un crimen intencionadamente o sin intención. Pero aun así no recibieron el castigo que se merecen.
Y tus hermanos cometieron un asesinato, pero lo marcaron como accidente.
Sinceramente, no me esperaba la carta, yo sabía que lo que decía era verdad, ya que mis hermanos atropellaron a una joven y ella murió. Pero fue un accidente, es más, les quitaron el carnet de conducción durante un año.
Al día siguiente, cuando estaba en mi cuarto escuché un ruido proveniente del salón, al ir allí vi a mis hermanos viendo con terror al espíritu de la chica rubia.
En el momento en el que la vi tan de cerca y con luz me di cuenta de qué su pelo era de color cenizo.
Ella en una de sus manos portaba una daga y en la otra un vaso qué asumí qué era el cianuro, cuando estaba a un par de pasos de mis hermanos corrí a ponerme delante de ella, por mucho que mis hermanos hayan cometido un grave error y que debieron de haber sido castigados, ella no tenía derecho a asesinarlos, pero aun así me preguntaba cómo era que cogía objetos sólidos y ella era un espíritu, y por esa razón no podía golpearla con cualquier cosa.
Por mucho que ellos eran mayores, estaban aterrados y no por la apariencia, ya que ella era y sigue siendo muy guapa, pero la daga era intimidante y porque ¡Era un jodido espíritu! Es cuánto estuve delante de ellos, ella retrocedió, pero no soltó el contenido de su mano, se me quedó mirando a los ojos. En sus ojos se veía que ella no asesinaba por placer, había razones, pero ella jamás mataría a un inocente, por eso no intentó quitarme de en medio.
Se me quedó mirando y dijo “ellos no merecen vivir”, tiro la taza y la daga al suelo y desapareció en el aire. Mis hermanos me miraron y entre lágrimas me contaron que el día en el que tuvieron ese accidente Andrea estaba conduciendo drogada porque Víctor no estaba mucho mejor, y que la qué no sobrevivió al accidente, o sea la víctima era aquella muchacha rubia.
Después de ello, para mis hermanos ella desapareció, pero yo aún seguía viendo su sombra o reflejo lo qué fuese que ella era, cada día al girar una calle o entrar a alguna tienda la veía allí, año tras año.
No había nada que asegurará que ella no volvería, pero en estos tres años nada les ha hecho a mis hermanos.
Hasta hoy…