Entrenando con entusiasmo (XI)
Hace 5 días
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= Una semana cargada de emociones dispares =


Si hacemos referencia a las cinco emociones básicas (felicidad, ira, ansiedad, tristeza y asco), establecidas por Oatley y Johnson-Laird (1.987), y enlazando con el trabajo semanal del entrenador de fútbol, no resulta, para nada extraño, que dichas emociones se manifiesten en la persona del técnico, a lo largo de los siete días que abarca el período previo al partido de competición, comenzando por el lunes, cuando se inicia la primera sesión preparatoria y finalizando el domingo (aunque actualmente, cualquier día de la semana se puede considerar como habitual para jugar partidos, ya que en este tema, son las televisiones las que mandan). Podemos comenzar esta exposición, y desarrollarla a modo de ejemplo, relatando las siguientes situaciones que se desarrollan a continuación, las cuales, están relacionadas con las diferentes emociones que se indicaban anteriormente.


Día 1-lunes: Felicidad.


La semana comienza bien, se ha ganado el último partido de liga, y obviamente, el estado de ánimo del entrenador es óptimo .

La importante victoria conseguida le hace sentirse feliz y enormemente satisfecho del trabajo realizado por su equipo. El técnico, no obstante, experimenta una euforia contenida, ya que, de sobra sabe, que el próximo partido ya está casi a la vuelta de la esquina, y que los entrenadores (en especial los de fútbol) son muy conscientes de que solo les sirve lo que vale su presente, por lo tanto, ayer (la victoria conseguida) ya pasó. Ahora, es decir, el presente, el único objetivo que se tiene pasa por continuar con el plan previsto, haciendo en cada momento, las modificaciones necesarias (también cuando se gana, hay que efectuar correcciones, e incluso, hay que estar más atentos a enmendar los fallos, ya que en ocasiones, el efecto cegador del triunfo tapa algunos errores), para lograr que el equipo alcance el máximo rendimiento posible.


Día 2-miércoles: Ira.


Las condiciones climáticas se presentan desfavorables, y el fútbol es de los deportes, que al jugarse al aire libre está más supeditado a los caprichos del tiempo. Es la gran desventaja que tiene (sobre todo a nivel de entrenamientos) con relación a otros deportes (Voleibol. Baloncesto. Balonmano, etc.), que se practican por lo general en cancha cubierta.


Una fuerte nevada ha hecho que el césped se encuentre impracticable, y toda la programación semanal prevista por el entrenador, se ha ido a hacer puñetas. Así que, no hay que exprimirse en exceso la imaginación, para formarse una idea del estado emocional del técnico. El hombre, con toda la razón, se encuentra cabreado (el nivel de cabreo, ya es otra cosa, y va en función de la personalidad del Míster y de las circunstancias que lo rodean), ya que los acontecimientos presentes, le impiden preparar adecuadamente el próximo partido. Sigue nevando y entre otras cosas tampoco el jueves puede disputar el habitual partidillo contra el equipo filial, en el que tenía previsto perfilar la alineación titular para el próximo domingo. El entrenamiento se suspende, y para no perder del todo el día, el equipo trabaja en el gimnasio con el preparador físico, pero nada tiene que ver el trabajo realizado con el que se pretendía llevar a cabo, por lo tanto, a efectos de preparación específica para el partido no cuenta.


La expresión más ajustada a la realidad, y que se suele realizar en estos casos, viene recogida en muchas ocasiones por la frase: 


Éramos pocos y parió la abuela 


Aunque la experiencia nos dice, que hasta el mismo día del partido, las cosas pueden empeorar, por eso no hay que quejarse en exceso, no vaya a ser que la abuela tenga gemelos o incluso trillizos.


Si se utiliza un poco (o un mucho, según las necesidades del momento) el sentido del humor, este, puede actuar como un bálsamo que suaviza determinadas situaciones de enfado que desembocan  muchas veces en verdaderos estados de Ira.


Día 3-viernes: Tristeza.


El técnico recibe la desagradable noticia por parte de los Servicios Médicos del Club, sobre la nueva recaída de uno de los jugadores de su plantilla, que al encontrarse lesionado, estaba en pleno proceso de recuperación. Esto le va a obligar a continuar varias semanas más de lo previsto en el dique seco.


El entrenador está triste, se encuentra apenado, sobre todo por el propio futbolista, teniendo en cuenta el enorme esfuerzo que el chico había realizado hasta la fecha para volver a los terrenos de juego lo antes posible.


Día 4-sábado: Asco.


Rueda de Prensa.


Cámaras, micrófonos, luces …


Las mismas preguntas absurdas de todos los días.


La agotadora rutina de tener que contestar continuamente lo mismo (y por normal general, casi siempre a los mismos indocumentados de siempre).


¿Por qué juega Zutano, y por qué no lo hace Fulano?


¿Por qué hace un planteamiento tan defensivo?


¿Por qué su equipo juega tan al ataque?


La falta de imparcialidad, las puyas, y el entrenador siempre en el centro de la diana.


Y preguntas, y más preguntas, bla, bla, bla ...


Al final, el entrenador asqueado, muchas veces con razón, y alguna ocasión sin ella, ya que no siempre es inocente de las acusaciones que le hacen, y no siempre los que preguntan son los malos de la película, pero sí, la mayoría de las veces, porque la falta de objetividad con que la prensa juzga a los entrenadores de fútbol (tampoco los de otras disciplinas deportivas se salvan), se manifiesta claramente partido tras partido de cualquier competición que se dispute. Los técnicos, ya no se libran de los afilados cuchillos del comunicador de turno, ni en los partidos amistosos. Por eso no es de extrañar, que la falta de rigurosidad con la que unos profesionales (no todos los son, ya que las Titulaciones académicas están para algo y no se puede ser periodista haciendo un curso a distancia, de momento) juzgan a unos auténticos profesionales (unos mejores que otros, pero todos tuvieron que pasar por la Escuela de Entrenadores para conseguir su Título sin excepción, aunque unos lo siguen teniendo más fácil que otros, pero ese otro tema que dejamos para mejor ocasión), produce en la persona que ejerce el cargo de entrenador, un nivel tan alto de hastío, que este, desemboca en un estado de verdadero Asco ante determinadas situaciones que ha de vivir.


Día 5-domingo: Ansiedad.


La noche antes del partido, el entrenador preocupado y la cabeza dando mil vueltas.


Unos días, todo está más claro, pero hay otros, que las dudas aparecen continuamente: alineación, sistema, marcajes, estrategias, charla…


Insomnio, vueltas en la cama, y más vueltas hasta que el sueño por fin vence al sufrido técnico, si es que lo hace, otras veces, la noche se pasa en blanco, con la cabeza transformada en un enorme recipiente de ensalada mixta compuesta  por desmarques, cambios de orientación, repliegues, transiciones, pressing, pivotes, puntas, defensas, coberturas, fueras de juego ……


Y más nerviosismo, intranquilidad, y al final , todo se traduce en un estado de Ansiedad que devora al técnico hasta la hora que comienza el partido y por fin se sienta en el banquillo, y ahí, la ansiedad desaparece, ahora comienza el sufrimiento.


Al final, si al día siguiente, la semana comienza como la anterior, es decir, con esa emoción llamada Felicidad, esto quiere decir que el equipo ha ganado de nuevo, así que vuelta a empezar y con la sonrisa en la boca, a partir de ahí…


 


Autor: Paco Arias


Entrenador Nacional de Fútbol


Técnico Deportivo Superior

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