En esta ocasión, quiero compartir un breve suceso de mi vida. Nos remontamos a la etapa intermedia, donde nuestra identidad y personalidad van cobrando forma, es decir, la transición entre la niñez y la adultez .En aquel tiempo, era una persona de perfil bajo, no me gustaba llamar la atención, y era muy cuidadosa con mis palabras y acciones. Crecí con la fantasía que te presentan en las películas, en las que muestran un mundo mágico en el cual las chicas, por arte de magia, encuentran a su príncipe encantador, transformando así sus vidas y creyendo que así conseguirán la verdadera felicidad. Estas ideas revelan una imagen pintoresca y motivadora, pero a la vez dañina. Me ocurrió a mí; tenía esta absurda percepción. Sin embargo, es notorio que la adolescencia es caótica. Así me encontraba: insegura, me miraba al espejo y me preguntaba por qué no podía cumplir con ciertos estándares de belleza.
Creía que Valentín, el chico que me gustaba, jamás me vería de la misma manera que yo lo veía a él. Era un muchacho de la secundaria, alto, rubio, de ojos claros, que llamaba la atención de las chicas por su carisma e inteligencia. Es típico que nos fijemos en aquellos que, según nuestra perspectiva, son inalcanzables; vivimos en una sociedad contaminada por la superficialidad. No había expresado mis sentimientos hacia él, ya que temía que se burlara de mí, no quería atravesar por semejante humillación. Había una compañera de clase que también gustaba de él y andaba tras él, lo cual me dolió en su momento, porque me comparaba con ella.
Valentín y yo nos conocíamos, y me encantaba su forma de ser; sin embargo, evidentemente no me tenía en cuenta. Ahora bien, parece ser un escenario muy tonto, pero es una situación con la que muchos se pueden sentir identificados, porque es parte de la vida. Cuando creces, puedes mirar hacia atrás desde otro ángulo. Claramente, el problema consistía en una carencia de autoestima que, al percatarme de ella, fue difícil asimilar. Es comprensible reaccionar así, y más en esa faceta.
Hoy en día, Valentín, por lo que me enteré, está saliendo con otra mujer. En cambio, yo me encuentro casada con Lucas, quien realmente me ama y eligió quedarse a mi lado. Esta experiencia juvenil me llevó a darme cuenta de que ese chico no era para mí. Al ser dominada por mis emociones, evadí otras partes de su persona, como que era engreído y orgulloso, y que tenía poco respeto por los demás. Espero que haya cambiado. Además, me enseñó sobre la importancia de valorarse y mantener los pies en la tierra. Es respetable que cada uno tenga la libertad de elegir con quién salir y aceptarlo. Puede ser destructivo pensar en el hombre o la mujer ideal; solo lastima el alma. Este acontecimiento, que en su momento fue vergonzoso para mí, espero que pueda convertirse en una hermosa reflexión. Soy Lucía y te agradezco por permitirme contártelo. Fuerte abrazo.
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Aclaración: Los personajes mencionados son ficticios.