Cuando le dije al médico (confieso que con cierta vergüenza, porque estas son cosas muy personales) que no se me ponía dura, pensé que me iba a recetar lo habitual en estos casos, es decir, tomar Viagra, pero quedé bastante sorprendido con lo que me dijo:
¡Querido amigo!:
No es tan malo eso de la flacidez, ya que cuando aparece, uno se acostumbra a utilizar el cerebro y a partir de ahí se coge el hábito de pensar más con la cabeza, en vez de hacerlo solo con el pene.
¡Muy sabio, el galeno, sí señor!
Fran Laviada