Siempre quise ser geólogo, aunque estudiar no era lo mío, pero mi enorme interés por el subsuelo hizo que mi instinto me llevara a vivir como un topo, primero fui enterrador, pero el mundo de los muertos me daba mal rollo. Luego fui minero, pero tuve que dejarlo, pues padecía ataques frecuentes de claustrofobia .
Al final es verdad eso que dicen, que quien lo busca lo encuentra y por fin conseguí vivir como un topo, pero no como el pequeño mamífero roedor de todos conocido, sino como espía y así me gano la vida (aunque el sueldo no es nada del otro mundo, pero el trabajo es muy entretenido y emocionante, y también peligroso, no voy a negarlo) infiltrado en una organización terrorista que el servicio secreto para el que trabajo, quiere desmantelar.
Mi nombre en clave es: El geólogo.
¡Hay que ver las vueltas que da la vida!
¿Curioso verdad?