Dios y el color del cristal
16 Jul, 2024
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Los cinco presos debatían acaloradamente en su celda. Las discusiones eran habituales entre ellos (pero siempre de buen rollo), sin duda alguna, un práctico recurso para no aburrirse y aprovechar la gran cantidad de tiempo libre de cada jornada. 


Cuando uno está encerrado, tiene dos objetivos, el primero, no contar los días que le quedan para salir en libertad (si son muchos) o contarlos (si quedan pocos) y el segundo, llenar de contenido las muchas horas huecas de esos días.


Los cinco individuos encarcelados tenían el convencimiento de que estaban injustamente en la cárcel, pues en absoluto se consideraban culpables de los delitos que los habían llevado a vivir entre rejas.


Hablaban de Dios, cada uno tenía muy clara su opinión al respecto y exponían sin tapujos su punto de vista.


 Preso A:  


¡Soy Ateo, estoy convencido de que Dios no existe, porque si existiera, no habría permitido que yo estuviera aquí metido!


Preso B:


¡Yo creo en Dios, pero no quiero saber nada de él, me ha fallado, por permitir que mi familia se quedara desamparada!


Preso C:


¡Sigo creyendo en Dios, a pesar de que haya consentido que conmigo se cometiera una injusticia! Pero cuando salga de aquí, tengo muy claro que pienso matar al culpable de mi desgracia, por mucho que Dios diga, ¡no matarás!


Preso D:


¡Sé que no hice nada para estar aquí, pero si tenemos en cuenta que estoy solo en el mundo, además de no tener ni un euro, aquí me dan hospedaje y comida gratis, sin pegar un palo al agua, así que no puedo quejarme porque vivo como Dios!


Preso F:


¡Es cierto de lo que se me acusa y estoy pagando por ello, pero en mi defensa he de decir, que yo no quería robar, pero necesitaba el dinero, pedí ayuda a Dios, pero no me oyó y no tuve más remedio que delinquir, por lo tanto, creo que de mis pecados es Dios quien debe de responder, pero no yo!


Muchos son y de diferente color, los cristales a través de los cuales el ser humano se pone a mirar para ver su paso por la Tierra, observar el transcurrir de la existencia, más o menos feliz y descubrir la realidad de la vida, estando Dios presente en ella, para quienes creen ciegamente en él, o siendo conscientes de su ausencia, ya que para algunos a veces está de viaje, cuando permite tragedias inexplicables y para otros, los que son ateos, simple y llanamente porque DIOS NO EXISTE


 Al final todo es cuestión de fe, creer o no creer, ahí está el dilema.


Fran Laviada

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