El sabio que no sabía
11 Jul, 2024
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Aquel hombre presumía de ser sabio, pero yo siempre lo puse en duda y por algo muy simple que delataba su falso conocimiento, ya que quien presume de lo que sabe, es precisamente de lo que carece.


No obstante y para confirmar mis sospechas, le hice varias preguntas, era justo darle la oportunidad de demostrar su auténtica sabiduría, ya que quizá, yo podría estar equivocado, así que le expuse abiertamente varias de las incógnitas que me quitaban el sueño, más bien diría, que me atormentaban y para las que hasta el momento no había encontrado respuesta.



1ª- ¿Es la conciencia un mecanismo de salvación?


   2ª- ¿Buscamos siempre en los demás, lo que no encontramos en nosotros mismos?


   3ª- ¿Solo lo que se ve, es lo que podemos definir como la realidad?


   4ª- ¿Nos dejamos llevar más por el sonido de las palabras, que por su significado?


   5ª- ¿Cómo es posible solucionar un problema, cuando uno mismo es el problema?


   6ª- ¿Nos hace más felices lo que tienen los demás, que lo que de verdad necesitamos?


   7ª- ¿Estaba Dios de vacaciones cuando los nazis aniquilaron a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial?


El presunto Sabio, tan solo me ofreció contestaciones vagas e imprecisas, que nada o muy poco me aportaron y por ese motivo seguí cargando en la mochila de mi ignorancia, con todo aquello que para mí era un misterio, lo que también me demostró, que aquel hombre tenía casi tanto o más desconocimiento que yo, así que tuve que continuar mi camino en busca de aquellas respuestas que tanto tiempo llevaba buscando y ahí sigo.


Aunque ahora, y después de muchos kilómetros recorridos, estoy convencido de que tarde o temprano encontraré lo que estoy buscando, pues tengo el presentimiento de que se halla muy cerca de donde estoy ahora, ya que cada día que pasa voy acumulando más datos que guardan relación con el autoconocimiento .

Algo que en verdad, es una tarea laboriosa que empieza a dar unos resultados óptimos a partir del mismo momento que el conflicto interno cesa y la pacifica existencia con uno mismo, lleva al equilibrio y a la armonía, aunque no es aconsejable descuidarse, hay que seguir trabajando con insistencia para que la paz se mantenga y a veces, basta simplemente con un alto el fuego, que dé paso a la calma y que esta abra la puerta de una pacífica introspección y todo antes de que el conflicto estalle de nuevo cuando el corazón y el cerebro comienzan de nuevo con sus discrepancias y enfrentamientos, lo típico del comportamiento humano.


   ¡Pues tú esto y tú lo otro, y tú más…!


Fran Laviada

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