El mundo no me gustaba nada, así que se me ocurrió hacerme espía. Las cosas tenían que cambiar en el planeta y el espionaje me ofrecía la posibilidad de colaborar en ello .Era sin duda una buena causa a la que dedicarme. Pasado un tiempo y ya metido de lleno en tan apasionante y peligrosa actividad, mi trabajo me permitió descubrir muchos sucios secretos. Todo tipo de documentos prohibidos para un ciudadano normal, pero no para un espía. Y todo lo que fui averiguando hizo que mi visión sobre la raza humana cambiase por completo, pero para peor. Si antes, casi todo lo que sucedía en el planeta Tierra no me agradaba en absoluto, ahora, y después de espiar en las cloacas del poder y encontrar tanta porquería, el mundo me da auténtico asco.
Fran Laviada