Después de tanto tiempo esperando, ¡por fin llegó la cigüeña!, y trajo con ella una alegría inmensa para inundar de felicidad un hogar, al que tan solo le faltaba la presencia de una hermosa criatura, aunque ya se sabe que en la existencia humana no siempre es oro todo lo que reluce.
¡Joder, amiguito, acabas de nacer y no sabes hacer otra cosa que llorar, comer y cagar, sobre todo esto último!
¡Empezamos bien!
Fue lo que dijo el primerizo padre, poniendo en duda si había sido buena idea lo del bebé.
¡Pues no te queda nada, compañero!
Le respondió en silencio la voz de su conciencia.
Fran Laviada