El barco tenía una enorme vía de agua y se iba a pique de forma irremediable, así que salté al agua agarrando con fuerza el maletín del dinero, me puse a nadar con todas mis fuerzas intentando llegar a la costa, pero tuve que tomar una decisión drástica, soltar la pasta y bracear utilizando mis dos extremidades superiores, o ahogarme. Resolví la duda en una décima de segundo .Otros no lo tuvieron tan claro como yo, y ahora están junto al barco, hundidos en el fondo del mar, eso sí, con el maletín agarrado a su muñeca, ¡no lo sueltan, ni muertos!
La vida es lo que tiene, requiere decisiones rápidas en momentos claves.
Fran Laviada