Tenía un amigo que iba de gracioso por la vida, pero el pobre no se daba cuenta de que su humor era completamente invisible, es decir, que no aparecía por ningún sitio, ni estaba, ni se le esperaba, con lo cual el único resultado que conseguía era hacer el más horrible de los desatinos. Por suerte para él, su padre estuvo atento y le hizo la siguiente recomendación:
¡Hijo mío, procura ser siempre un tipo agradable y simpático, pero es evidente que el humor no es lo tuyo, así pues, mejor que no te disfraces de payaso para hacer reír, eso procura dejarlo para los profesionales del circo!
¡Sabio consejo, sin duda!
Fran Laviada
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