En ocasiones, la más espeluznante de las situaciones se presenta de forma inesperada.
Lo enterraron vivo, aunque él creyó que estaba muerto.
Cuando se dio cuenta de que aún continuaba respirando, gritó con fuerza:
¡Me cagüen la leche, sacadme de aquí!
Pero nadie le oyó.
Y siguió gritando con todas sus fuerzas .
Sin duda fue un esfuerzo inútil.
Al final se quedó sin aire, algo que no tiene nada de extraño, si te tapan la nariz y la boca con unas cuantas paladas de tierra.
Fran Laviada
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