¡Arrepiéntete, pecador!
Y el pecador se arrepintió sin pensarlo dos veces. Pero cuando el inquisidor se fue, el transgresor hizo lo de siempre y volvió a pecar .Así es el ciclo de la vida humana, en el que los falsos pecadores arrepentidos se mezclan juntos y revueltos con los hipócritas inquisidores que pecan a escondidas, así que, además de pecadores, también son cobardes, porque no se atreven a reconocer sus maldades o acuden prestos a limpiar sus manchas con el tan utilizado y siempre eficaz blanqueador de la impostura.
Fran Laviada
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