Introducción
(Parte 2)
También se puede dar el caso, de que no lleguemos ni a lo indicado con anterioridad, ya que quizá antes, el Planeta se vaya a tomar por el saco, con todo lo que los habitantes de la Tierra hacemos por destruir, la que es nuestra casa (¡da miedo pensar, más bien, pánico, lo que seríamos capaces de hacer si algún día llegamos a colonizar otros planetas de la Galaxia, qué se preparen todos sus habitantes!).
¡Si estamos pegando saltos continuos encima del sofá de nuestro salón, hasta reventarlo, se supone que con el del vecino acabaríamos a hachazos!
Así que, una vez metidos en faena, dedicamos gran parte de nuestro tiempo a poner patas arriba todo lo que se encuentre a nuestro alcance (todo vale con tal de destruir) contaminando ríos, lagos y mares, destrozando tierras y envenenando cielos, entre otras múltiples guarradas, es decir, lo que vine siendo, dejar el planeta hecho una auténtica asquerosidad, empleando para ello toda una amplia y maléfica gama de sofisticados atentados ecologistas con los grandes capitales en primera línea (los más ricos, en todo momento, intentando ejercer el máximo control, que les permita llenar sus insaciables bolsillos, y al precio que sea) manejando todo el entramado financiero y empresarial del mundo, y que siempre están a la cabeza, como generales con mando en plaza, al frente de un poder destructor que nadie parece tener capacidad de parar, unos porque no quieren, otros porque no saben, y muchos, porque son unos cobardes, que prefieren andar de rodillas antes que vivir de pie, y miran para otro lado, no vaya a ser que el “amo” se enfade (¡Sí Bwana!).
Quizá todo lo que digo puede sonar a excesiva negatividad o demasiado pesimismo, al contrario, esto es la realidad, y lo fácil para no querer verlo, es simple, con taparse los ojos, es suficiente, cada cual puede seguir su existencia y todos tan tranquilos. Hay quien dice, que para cuatro días que vivimos no hay que preocuparse en exceso, hay que disfrutar y no complicarse la vida, y luego que te quiten lo bailado, es también una opción muy válida y respetable para los que piensan de esa manera .Después de todo, el mundo está en manos de unos cuantos que se reparten la tarta de la riqueza (y todos sabemos quiénes son y donde están), y probablemente, algunos de ellos, y esto es lo más peligroso para
la raza humana es que son (o se supone) las cabezas pensantes, que rigen el destino de nuestro planeta, y en realidad, aun juzgándolos con excesiva benevolencia, manifiestan ser sin duda alguna, a tenor de lo que demuestran con sus actos lamentables e inmorales (eso como mínimo), unos individuos impresentables.
El garbanzo negro siempre puede aparecer en el lugar más insospechado, y quién nos garantiza al resto de los mortales, que por esa rendija del mal
(muchas veces indetectable para cualquier humano, sobre todo para los ingenuos, y más aún, para los que van de listos), no se ha colado, un lobo exterminador, disfrazado con la piel de inocente corderito, que puede acabar con la Tierra cuando le salga de la entrepierna.
En cualquier sitio, puede aparecer ese Tarado de turno, a la vez que, heredero de una tiránica saga familiar (el clásico descendiente de padre, abuelo y hasta bisabuelo Dictador), que tenga acceso al botoncito rojo, y simplemente, le apetezca jugar con él, y como es tonto del culo a más no poder, un maldito día (para desgracia de todos nosotros), mientras enreda con su juguetito exterminador, deja en libertad a esa Superpoderosa Bomba Atómica, paso previo al Holocausto Nuclear (puede que a algunos esto les suene a Ciencia Ficción, si al final es así, lo dejaremos como argumento para una película de Hollywood, de esas que tienen tantos efectos especiales, se meriendan los diálogos y a los actores también).
Y puede hacerlo por accidente, algo que nada tendría de extraño si tenemos en cuenta la falta de riego cerebral que padecen muchos tiranos dictadores que ha padecido la humanidad a lo largo de los siglos. Y también, que el muy impresentable, lo haga tan solo por joder al mundo, aunque eso signifique su propio fin, algo que quizá no haya valorado dados sus escasos recursos intelectuales, o incluso, porque en sus delirios de grandeza se crea inmortal, ¡vaya usted a saber, lo que pasa por cierto tipo de mentes retorcidas a la vez que sádicas!
Continuará...
Fran Laviada
"El terrícola insatisfecho"